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EDITORIAL. Ayer aliados, mañana adversarios

SRI-8

12 de octubre. Sin lugar a dudas los foros sobre educación organizados por el gobierno federal electo representan un gran reto y una oportunidad: el reto de hacer frente a los intereses de grupos y organizaciones que se resisten a perder los privilegios que han disfrutados durante décadas, gracias al chantaje y a la presión; pero también la oportunidad de construir acuerdos que permitan garantizar la vigencia real del derecho de los niños y los jóvenes a una educación de calidad.

No obstante, dichos foros han sufrido su primer gran tropiezo, como lo reconoció Esteban Moctezuma Barragán, quien será el secretario de Educación Pública en el gabinete de Andrés Manuel López Obrador: el pasado fin de semana, integrantes de la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) irrumpieron en el “Foro de Consulta Estatal Participativa” que se efectuaba en Acapulco, y corrieron a miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que participaban en el mismo.

Los integrantes de la CTEG, organización que forma parte de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), derribaron las vallas, ingresaron por la fuerza y empezaron a levantar de las sillas a los integrantes del SNTE, argumentando que éstos se habían adueñado de las mesas de trabajo que correspondían a la CETEG. ¡Vaya espectáculo!

A pesar del show, el gobierno federal electo ha anunciado que continuará realizando estos foros: para el próximo 29 de octubre tiene programado el que se efectuará en Oaxaca. Ante esto, la secretaria general de la sección 59, Victoria Cruz Villar, pidió que dicho foro realmente sirva para generar propuestas para mejorar la educación, y no sólo sea un espacio para imponer y pretender legitimar decisiones previamente adoptadas.

Y es que en Oaxaca hay toda una vasta experiencia en este tipo de acciones supuestamente encaminadas a “mejorar la educación”, pero que en la práctica sólo han servido para acentuar las diferencias existentes al interior del gremio magisterial; no en balde se dice que en Oaxaca hasta el queso lo hacemos bolas.

Baste recordar que en la administración del exgobernador Gabino Cué Monteagudo, se implementó una dinámica similar, realizando diversos foros sobre el tema. Como resultado de los mismos surgió un anteproyecto de Iniciativa de Ley Estatal de Educación que elaboró la Comisión Redactora Tripartita, y que buscaba la construcción de un nuevo modelo educativo que permitiera superar los rezagos que enfrenta ese sector.

Tantos años después no ha pasado nada. Los resultados de estos foros han sido nulos; y esto se debe en gran medida a la intolerancia de algunos grupos que no se resignan a dejar de seguir viviendo y obteniendo beneficios indebidos a costa de la educación.

La pregunta es si a quienes mueven los hilos de las organizaciones relacionadas con la educación realmente les interesa llegar a acuerdos para mejorar la educación en el estado, y si estarán dispuestos a renunciar al poder que hasta hoy han detentado, y a apostar al futuro de los niños y los jóvenes.

Realmente deseamos que así sea y que haya la suficiente madurez, apertura y voluntad política para escuchar y atender todas las voces, es decir a los profesores, trabajadores de la educación, padres de familia y otros actores que no son afines a los grupos que hasta hoy han tenido en la práctica el control de la educación en el estado de Oaxaca. Ojalá que no vuelvan a imponerse la cerrazón, la intolerancia y la violencia, como ha ocurrido en otras ocasiones, y que no sean sólo los líderes o la facción más radical del sindicato los únicos que salgan ganando.

Ésta es una gran oportunidad para que el próximo gobierno empiece a concretar sus promesas de campaña y a construir una verdadera transformación en el sector educativo, equilibrando el respeto irrestricto a los derechos laborales de los trabajadores de la educación con el derecho de los niños y los jóvenes a la educación.

Es la gran oportunidad de poner un alto a los excesos y atropellos contra los ciudadanos que durante muchísimos años se han cometido al amparo de una mal entendida lucha gremial.

La principal bandera que el hoy presidente electo Andrés Manuel López Obrador enarboló durante su campaña fue el combate a la corrupción; pero la corrupción no sólo se da en el ámbito gubernamental: también es corrupción la venta de plazas, el manejo nada transparente de las cuotas sindicales, la obtención de beneficios económicos y políticos por medio del chantaje (marchas, tomas de edificios públicos, bloqueos de calles y carreteras, etcétera). También es corrupción beneficiar con ascensos y promociones a los amigos o a quienes se muestran más radicales en las movilizaciones, y refundir en los pueblos más apartados o negar la posibilidad de mejoras laborales a quienes se niegan a participar en estos atropellos contra los ciudadanos. Habrá que ver si el presidente electo también está decidido a terminar con estas prácticas de corrupción institucionalizada.

Por lo pronto, un signo alentador es el discurso de López Obrador en el que condenó los sucesos violentos provocados por los integrantes de la CETEG; ojalá no quede sólo en eso y realmente sea una muestra de la voluntad de atacar todo tipo de corrupción, aunque ésta provenga de quien fue uno de sus grandes aliados políticos: la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación.

Ojalá el presidente electo esté dispuesto a asumir el costo político que esto implica, porque es seguro que quienes ayer fueron sus aliados mañana, cuando sus intereses resulten afectados, serán sus adversarios.

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