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EDITORIAL. Llegó el momento de decidir

03 de junio. Este domingo los oaxaqueños acudiremos a las urnas para elegir a la persona que ocupará la gubernatura del estado durante los próximos seis años. El mismo día habrá elecciones en otras cinco entidades del país: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Quintana Roo y Tamaulipas.

En Oaxaca serán 3 millones 8 mil 790 los ciudadanos que podrán emitir su voto en las 5 mil 740 casillas que se instalarán en los 25 distritos electorales locales de la entidad.

En total son siete los aspirantes a ocupar la titularidad del Ejecutivo estatal en sustitución del gobernador Alejandro Murat Hinojosa, cinco de ellos emanados de partidos políticos o coaliciones, y dos que contienden bajo la figura de candidatos independientes indígenas.

Durante 60 días los siete aspirantes recorrieron las regiones de la entidad en busca del voto popular. Desafortunadamente en las campañas prevalecieron las descalificaciones y los ataques sobre la oferta política; la demagogia, las buenas intenciones y las promesas fáciles sobre las verdaderas propuestas.

En ese lapso los ciudadanos tuvimos la oportunidad de conocer, aunque sea de manera superficial, a los aspirantes, de saber quiénes son y cómo piensan; pero este jueves inició el denominado “periodo de reflexión”, durante el cual ni partidos ni candidatos pueden realizar actividades de proselitismo.

A diferencia de lo ocurrido en el proceso electoral de 2021, hasta la fecha no se han registrado hechos de violencia que pongan en riesgo la realización de los comicios, a pesar de que en tres comunidades de la región del Istmo no se instalarán 27 casillas por diversos conflictos, y en la región Mixteca tampoco se instalarán las correspondientes al municipio de Magdalena Peñasco, en señal de luto por los cuatro comuneros que murieron en el mes de abril al participar en el combate al incendio del cerro El Gachupín.

El Frente de Resistencia Indígena de Juxtlahuaca había amenazado con no permitir la instalación de casillas en 26 comunidades de la zona, pero todo parece indicar que al final desistirá de esa pretensión.

En términos generales todo apunta a una jornada electoral en paz, y a eso debemos apostar todos, los partidos, los candidatos, las autoridades y los ciudadanos. Es tiempo de erradicar del estado el fantasma de la violencia que desafortunadamente ha marcado desde hace varios años la realización de los comicios; es tiempo de transitar hacia una auténtica democracia electoral, de dejar en el pasado, de una vez y para siempre, prácticas como la coacción, la compra de votos, la “operación tamal”, el “ratón loco” y muchas otras que se han utilizado para suplantar la voluntad popular y pervertir nuestro sistema electoral.

Debemos transitar hacia la madurez democrática que permita que cada voto sea emitido libremente, sin presiones, pero sobre todo sea respetado; de que partidos y candidatos alcancen la madurez política que les permita aceptar la decisión mayoritaria de los ciudadanos, aunque no les favorezca.

Pero también es tiempo de desterrar la apatía y el desinterés; es tiempo de que los ciudadanos tomemos conciencia de que el abstencionismo químicamente puro no existe, de que no votar o anular nuestro voto es una forma de participar, y tal vez hacerlo a favor de quien menos quisiéramos.

Ha llegado la hora de tomar una decisión, y cada ciudadano lo debe hacer de manera libre, consciente, sin sucumbir ni a las dádivas ni a las presiones, sino emitiendo un voto razonado, privilegiando el bien común ante el beneficio particular e inmediato; analizando más que los discursos los hechos de los aspirantes y sus resultados cuando han tenido la oportunidad de gobernar o de ocupar cargos públicos.  

Es hora de votar, para que después no tengamos que lamentar desde las redes sociales lo que no supimos decidir en las urnas.  

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