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EDITORIAL. No hay peor necio que el que no quiere entender

SRI-8

05 de febrero. Las cifras de contagios y de muertes a causa del Covid-19 son el claro reflejo de lo que ha sucedido en el país, en la entidad y en nuestro municipio desde que inició la pandemia, hace casi un año.

En ese lapso de ha registrado una larga cadena de errores y omisiones por parte de los gobiernos y las autoridades de salud, pero también de los ciudadanos.

Desgraciadamente en México hemos ido a contracorriente de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la mayoría de los países del mundo hicieron para reducir los efectos de la pandemia: mientras en las principales ciudades del extranjero se instalaron filtros en los aeropuertos y puntos fronterizos, en México no hubo ningún tipo de control sanitario para el ingreso de personas provenientes del extranjero; mientras en el resto del mundo se daba la voz de alerta sobre la peligrosidad del virus, las autoridades mexicanas minimizaban los riesgos, asegurando que era “como una gripita”.

Mientras la OMS recomendaba aplicar “pruebas, pruebas y más pruebas”, en nuestro país se insistía en que éstas no ayudarían a reducir los contagios; y por si fuera poco, nuestras autoridades de salud y el mismo presidente de la República no han dejado de enviar mensajes confusos y contradictorios sobre el uso del cubrebocas.

Pero no sólo nuestras autoridades han incurrido en errores y omisiones: los ciudadanos hemos contribuido en gran parte a que los efectos de la pandemia hayan sido y sigan siendo mucho más graves que en la mayoría de los países:

Y es que mientras en muchos países los ciudadanos respetaron el confinamiento casi total establecido por sus autoridades, en México hicimos caso omiso al llamado a quedarnos en casa, y un botón de muestra es lo que ocurre en Huajuapan y la región: a lo largo de la pandemia, nuestras calles han estado llenas de personas, muchas de ellas sin cubrebocas; los centros comerciales siguen abarrotados; y las fiestas y reuniones familiares no han dejado de realizarse.

Lo más grave es que en diversos puntos de la ciudad y en localidades de la región se realizan, cada vez con mayor frecuencia, bailes, jaripeos y peleas de gallo. Los efectos de esta conducta irresponsable no se han dejado esperar: hoy en Huajuapan nos acercamos a los mil 300 contagios y las 70 muertes, de acuerdo con las cifras oficiales; los datos reales son mucho mayores.

Aunque en algunos casos de manera tardía, las autoridades han adoptado medidas orientadas a reducir el número de contagios y de muertes, ante un panorama incierto y nada alentador que se nos presenta al inicio de este año.

A pesar del inicio del proceso de vacunación, que ya ha tenido varios tropiezos, no hay indicios de que la situación vaya a mejorar en el corto plazo.

Todo parece indicar que, lamentablemente, todos los días seguiremos sumando miles de contagios y de muertes; que la falta de espacios para atender a los pacientes Covid, y el desabasto de oxígeno persistirán un largo rato; y que el impacto económico de la pandemia no se superará pronto.

La única esperanza de que los efectos de esta crisis de salud, la más grave que hemos enfrentado al menos en más de un siglo, se vayan atenuando, es que los ciudadanos asumamos conciencia plena de su gravedad, que hagamos a un lado la necedad que nos ha caracterizado durante casi un año, y que actuemos de manera responsable para frenar esta ola de dolor y de muerte.

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