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EDITORIAL. En las adversidades también se encuentran las oportunidades

SRI-8

25 de septiembre. Los hechos delictivos entre los que destacan los robos en todas sus modalidades, los asaltos, los secuestros, las extorsiones, pero sobre todo los asesinatos con características de ejecuciones, van cada día en aumento y han generado un clima de inseguridad e inestabilidad social en nuestra entidad y en gran parte del país.

En el estado de Oaxaca no sólo preocupa a los ciudadanos el incremento en las cifras correspondientes a la incidencia de hechos delictivos, sino también el que los homicidios con características de ejecuciones se hayan vuelto parte de la realidad cotidiana en algunas regiones de la entidad, y que incluso en Huajuapan se hayan registrado con relativa frecuencia sucesos de este tipo, que anteriormente no ocurrían, o sucedían de manera muy esporádica.

Estos hechos, como el ataque armado registrado en la colonia Santa Isabel de esta ciudad, en el que perdió la vida una mujer de 35 años y resultó herido su hijo de 10 años de edad, contribuyen a aumentar la percepción de inseguridad. Tal parece que en nuestro país lo único seguro es que cada vez nos sentimos más inseguros.

Lo más grave que nos puede pasar como sociedad es que la frecuencia con la que se registran estos y otros hechos delictivos nos lleve a considerarlos “normales”, como ocurre en muchas ciudades del norte del país, donde lo “anormal” es que un día no haya balaceras o ejecuciones. Nada tan grave como que lleguemos a perder nuestra capacidad de asombro y de indignación.

Pero no menos grave sería que, ante la pérdida de confianza en las instituciones y autoridades responsables de procurar e impartir la justicia, cedamos a la tentación de tomar la justicia por propia mano, como ocurre cada vez con más frecuencia, y como desgraciadamente ya sucedió en Huajuapan a principios de 2014.

Esta realidad inocultable parece ser una muestra clara de que la estrategia que han implementado las autoridades de los tres órdenes de gobierno en materia de seguridad no es la más adecuada. La política de “abrazos y no balazos” no sólo no ha mejorado las cosas, sino que, por el contrario, las ha agravado, como lo demuestran el hecho de que las cifras de los homicidios dolosos registrados durante los dos últimos años sean las más altas de la historia de nuestro país.

La situación que se viven en el país, en la entidad y en nuestro municipio en materia de inseguridad deben ser un llamado de alerta para las autoridades, a fin de que revisen las políticas y estrategias que hasta hoy han implementado, porque los resultados nos muestras sin lugar a dudas que el camino seguido hasta hoy no es el correcto.

Pero aún estamos a tiempo. No hay que olvidar que en las adversidades podemos también hallar las oportunidades. Ojalá nuestras autoridades de los tres órdenes de gobierno tengan la capacidad de aprovecharlas para emprender el camino que permita abatir de manera significativa la inseguridad que hoy nos aqueja.

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