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EDITORIAL. Tiempo de asimilar la experiencia

SRI-8

07 de agosto. Este inicio de semana, en la conferencia de prensa realizada en Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, dieron a conocer la información relativa al inicio del ciclo escolar 2020-2021.

El anuncio realizado por el primer mandatario y el responsable de la educación en el país ha generado muchas dudas en los padres de familia e inconformidades en algunos grupos del sector educativo, entre ellos la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

El tema educativo tiene varias aristas, y los actores involucrados (autoridades, maestros y padres de familia) tendrán que unir esfuerzos para que el nuevo ciclo escolar, que iniciará en condiciones inéditas, resulte exitoso a pesar de las circunstancias adversas que lo enmarcan.

Los gobiernos federal y estatales tendrán que realizar un esfuerzo sobrehumano para garantizar que la educación a distancia llegue a todos los niños y jóvenes del país, principalmente a los de las entidades que por décadas han padecido un rezago educativo, como Guerrero, Chiapas, y sin duda alguna Oaxaca.

El reto que enfrentan es mayúsculo, pues la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que la pandemia del Coronavirus dejará serias afectaciones en el sistema educativo si no se hacen las cosas de forma diferente apostando a la coordinación al interior de las naciones a nivel global.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterrres reveló que el cierre de escuelas debido a la pandemia ha afectado a cerca de mil 600 millones de estudiantes de todas las edades en todos los países, y advirtió que 24 millones de estudiantes, desde primaria hasta universidad, podrían abandonar las escuelas debido al impacto económico de la pandemia.

Vaticinó también que el cierre prolongado de las escuelas podría revertir los avances obtenidos en los últimos años, sobre todo en lo que se refiere a la educación de las niñas, mujeres, adolescentes y jóvenes.

Sin lugar a dudas, las decisiones que los gobierno tomen en este momento tendrán un efecto duradero en cientos de millones de niños y jóvenes, como advirtió el secretario general de la ONU.

La nueva modalidad educativa que la pandemia nos ha impuesto traerá consigo cambios importantes en muchos aspectos de la educación en nuestro país; por lo pronto, ha sacado a flote la realidad educativa que prev alece en México y en Oaxaca.

Por lo pronto, el magisterio oaxaqueño agrupado en la sección 22 ya levantó la voz y, como siempre, se ha opuesto a la nueva modalidad que tendrá que adoptarse para iniciar el nuevo ciclo escolar. ¿Será que vislumbra que esto afectará los privilegios y canonjías de que han disfrutado sus dirigentes desde hace cuatro décadas?

¿O tal vez teme no estar a la altura de los requerimientos que implica esta nueva realidad?

Lo cierto es que muchos maestros tendrán que pagar la factura de su renuencia a capacitarse y actualizarse en materia tecnológica; sólo quedarán en el barco los que estén a la altura de las circunstancias.

Los niños, jóvenes y padres de familia tendrán que adaptarse la nueva modalidad educativa, y no serán pocos los que podrían quedar fuera porque en sus comunidades no hay señal de internet, y algunos hogares ni siquiera cuentan con el servicio de energía eléctrica.

¿Qué pasará con los niños de las comunidades marginadas de la Mixteca y de otras regiones del estado, para quienes incluso antes de la pandemia era un verdadero sacrificio asistir a la escuela, tanto por sus condiciones de extrema pobreza como porque tenían que caminar varios kilómetros para llegar a las aulas?

Por otra parte, la nueva modalidad requerirá de una mayor participación de los padres de familia para apoyar a sus hijos en las actividades asignadas.

Esta nueva modalidad implicará también una afectación social, pues el hecho de que los niños y jóvenes no acudan a la escuela afectará a diversos sectores cuya economía depende en gran parte de la comunidad estudiantil, como los transportistas, vendedores de alimentos, propietarios de papelerías y comerciantes en pequeño, entre otros. Sin duda tendrá un impacto altamente negativo en las economías locales.

Pero no hay mal que por bien no venga, y el de la pandemia será un momento de aprendizaje en muchos temas, y entre ellos el educativo.

Ojalá esta vez sí exista la verdadera intención de trabajar en beneficio de la educación y no se caiga nuevamente en las simulaciones, en el lucro, en la búsqueda de canonjías, de beneficios económicos o políticos.

Es tiempo de asimilar las experiencias y adaptarnos a los nuevos tiempos.

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