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EDITORIAL. Los frankenstein se vuelven contra sus creadores

SRI-8

14 de febrero. Los constantes bloqueos carreteros en el estado de Oaxaca se han convertido en una verdadera pesadilla para los automovilistas y los conductores de vehículos del transporte público y de empresas que transportan todo tipo de mercancías y que tienen la necesidad de utilizar las vías de comunicación estatales y federales.

Estos atropellos que no son nada nuevos en nuestro territorio, pues un día amanecen cerradas las carreteras y al otro día también, por lo que muchos automovilistas, transportistas y pasajeros han optado por armarse de paciencia y tratar de adaptarse a esta realidad, pues han perdido la esperanza de que las autoridades hagan su trabajo, apliquen la ley y restablezcan el orden.

Conforme pasa el tiempo, las organizaciones y grupos que acostumbran realizar este tipo de bloqueos se han empoderado cada vez más, ante la complacencia de las autoridades, que se han vuelto sordas e indiferentes, o prefieren voltear para otro lado para no ver los atropellos cotidianos contra miles de ciudadanos a quienes dejan en verdadero estado de indefensión.

Los cuerpos de seguridad acuden a los lugares donde se realizan los bloqueos, pero únicamente como observadores y para tomar datos para el reporte que entregarán a sus superiores; y cuando se genera algún incidente porque algún o algunos ciudadanos llegan al límite de su paciencia y confrontan a quienes sin ningún derecho afectan sus actividades y su economía, las fuerzas del orden parecen proteger más a los causantes de estos atropellos que a las víctimas de los mismos.

Si hace algunos años se requería de un grupo numeroso para bloquear una calle o una carretera, la impunidad de la que han gozado y siguen gozando quienes incurren en este tipo de actos ha permitido que en la actualidad un grupo de solo 10 o 15 personas pueda poner en jaque a las autoridades y a miles de ciudadanos, como ocurrió recientemente en los bloqueos realizados por vecinos de Santa Teresa y como sucedió esta semana con ciudadanos del Núcleo Rural Reforma, del municipio de San Andrés Dinicuiti.

La actitud complaciente de las autoridades ha provocado que de un tiempo a la fecha estos grupos no se conformen con impedir el libre tránsito de las personas, sino que cobren lo que se ha convertido en un auténtico “botín de guerra”, al robar impunemente las mercancías que transportan los vehículos de carga o camionetas de reparto cuyos conductores tienen la mala fortuna de circular por el lugar donde se realizan los bloqueos.

Ejemplos de estas conductas delictivas, sobran en el estado y en la Mixteca; baste mencionar el caso de las alumnas de la escuela normal “Vanguardia” de Tamazulapan, que han hecho del robo de mercancías y el saqueo de camionetas de reparto un verdadero modus vivendi, pues estos actos de rapiña se han convertido en práctica infaltable en los bloqueos carreteros que realizan por cualquier pretexto; actos de rapiña que cometen al amparo y complacencia de las autoridades.

Y aunque las víctimas de estos atracos han interpuesto una y otra vez las denuncias correspondientes, las autoridades no mueve ni un dedo para cumplir con su obligación de aplicar la ley e impartir justicia.

Lo mismo ocurre en el caso de los grupos y organizaciones de todo tipo que un día sí y otro también toman la caseta de la supercarretera Oaxaca-Tehuacán-Cuacnopalan, ubicada en Huitzo, para cobrar ilegalmente el peaje a los conductores de vehículos que utilizan esa vía. Tampoco en este caso ha habido, y seguramente no habrá, alguna consecuencia legal contra quienes cometen este tipo de delitos, a pesar de que están perfectamente identificados, porque ante la impunidad que las autoridades les han permitido, ahora se dan el lujo de ni siquiera cubrirse el rostro, como lo hacían antes.

Y como el mal ejemplo cunde, ahora también quienes bloquean las carreteras que no son de cuota se dan el lujo de instalar su propia caseta de cobro, y de imponer tarifas para permitir el paso a los conductores de vehículos de motor. Lo único que nos falta es que los que bloquean las calles de la ciudad también empiecen a cobrar el paso.

¿Por qué hemos llegado a estos extremos? La respuesta es simple: porque las autoridades lo han permitido; porque durante muchos años dejaron a estos grupos hacer y deshacer a su antojo, sin atreverse a aplicar la ley, por temor a ser consideradas “represoras”; e incluso porque en algunos casos los grupos y organizaciones que llevan a cabo estos atropellos son apadrinados por actores políticos, algunos de los cuales forman parte del gobierno. Esto solo pasa en México y en Oaxaca.

Hoy, aunque quisieran, las autoridades no pueden tocar ni con el pétalo de una rosa a quienes delinquen de esta manera a plena luz del día; los dejaron crecer y hoy se les han salido de control; crearon verdaderos frankenstein y hoy los monstruos se han vuelto contra sus propios creadores.

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