13 de diciembre. La pobreza, la falta de oportunidades y la marginación existente en las comunidades de la Mixteca orillaron a Marcelina Bautista Bautista, originaria de Tierra Colorada, localidad perteneciente al municipio de Santa María Apasco, del distrito de Nochixtlán, a dejar su pueblo a la edad de 14 años para emprender su sueño de continuar sus estudios en la Ciudad de México; pero lejos de concretarlo, cimentó las bases para defender los intereses de las trabajadoras y trabajadores del hogar.
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Marcelina narra que no contar con escuelas en su comunidad y en las comunidades cercanas, provocó que abandonara su hogar y se dirigiera a la Ciudad de México con la esperanza de encontrar una oportunidad para estudiar, pero no la encontró; en cambio, obtuvo su primer empleo, gracias a algunos familiares que la ubicaron como trabajadora doméstica.
“El trabajo que encontré era en una casa. Por mi edad y por falta de estudios, así empecé a trabajar en casa, no tuve más oportunidad de estudiar, precisamente porque no conocía la ciudad y trabajar en una casa no es lo mismo para seguir estudiando. Hoy puedo decir que trabajar en una casa hizo que truncara mis estudios, pero también lo tuve que aceptar por muchas casas???", dijo.
La falta de tiempo para alcanzar su sueño hizo que Marcelina empezara a trazarse otro tipo de objetivos, como impulsar la defensa de su trabajo en el hogar, dignificarlo, pero sobre todo generar acciones para que fuera valorado, ya que trabajar en diferentes lugares le hizo ver su realidad: no contar con prestaciones, mucho menos vacaciones, a diferencia de otros empleos donde recibían esos beneficios.
“Solamente tenía un día de descanso, a veces. No había escuela los domingos, o no conocía; encontré otras formas de superarme o de hacer otras cosas para no seguir en lo mismo, y entonces en mi día de descanso me iba a otros cursos, y en una de esas cuestiones que indagaba a ver que podía encontrar, encontré una de las iglesias que me quedaba de camino cuando salía del trabajo, ahí hacían varias actividades. En una de esas me acerqué y participé en una estudiantina y después me integré a un grupo de jóvenes que en ese entonces se llamaba Juventud Obrera Cristiana, y ahí agarré el camino”, señala.
Con el paso de los años, y con el deseo de superación, en el grupo Juventud Obrera Cristina, Marcelina aprendió diversas cuestiones, las cuales la motivaron aún más para seguir impulsando la lucha por la defensa y dignidad de las trabajadoras del hogar, a fin de evitar que siguieran siendo un sector importante para la sociedad, pero marginado por no contar con ningún derecho laboral.
Los obreros con los cuales convivía le comentaban de los derechos y prestaciones laborales, pero ella como trabajadora del hogar únicamente tenía un empleo y un pago por él, sin ningún otro tipo de beneficios; por ello empezó a indagar y estudiar el tema.
“Empecé a estudiar la Ley Federal del Trabajo. Encontré el capítulo 13, donde también estaba ahí, pero bastante escueto, no se entendía cuando las trabajadoras o los empleadores no lo veían algo importante(dentro de la ley) , además de estar en un apartado especial. Estuve primero en un diplomado de tres años, especializándome sobre los derechos laborales; me enfoqué al tema del trabajo en el hogar; después empecé a viajar a otros países, en 1988, y también me encontré que mucho de los países tenían los derechos de las trabajadoras del hogar como en apartados especiales, pero había organizaciones donde los grupos eran de muchos años, ya eran sindicatos y líderes fuertes”, comentó.
Con la experiencia obtenida en distintos países para defender los derechos laborales de las trabajadoras del hogar y el empoderamiento adquirido durante esos años, empezó a luchar para concretar, ahora sí, su sueño de dignificar el trabajo doméstico y luchar por el respeto a los derechos de las trabajadoras del hogar.
En el año 2000 ganó una beca a través de la Fundación Mackarte, lo que le permitió estudiar durante dos años y crear la fundación del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH); posteriormente obtuvo otra beca que le permitió armar un proyecto para impulsar la creación de un sindicato.
“La idea era crear un sindicato de las trabajadoras del hogar, que no había, pero también me enfrentaba a muchas situaciones; no estábamos como el número de trabajadoras del hogar concientizadas como hoy, no teníamos alianzas con otros movimientos, no conocíamos cómo funciona el sindicato, el sindicalismo, no teníamos respaldo de organizaciones sindicales en México; entonces así se fundó CACEH, pero dentro de sus ejes de trabajo siempre se consideró esa parte de la formación de trabajadoras con liderazgo para funcionar como un sindicato”, explicó.
Pese a las adversidades, y ya con el conocimiento adquirido en su participación en diferentes foros, así como su trabajo ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde coordinó lo campaña “Por un trabajo digno, ponte los guantes, por los derechos de las trabajadoras del hogar”, fue participe de la modificación e implementación del convenio 189, para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras en México.
El trabajo desempeñado en la OIT y en otros foros la hicieron merecedora de diversos premios a nivel nacional e internacional, logrando su sueño de crear el sindicato, como se lo propuso desde que salió de su natal Tierra Colorada, Apazco.
“Y el 30 de agosto del 2015 cerca de 100 trabajadoras del hogar convencidas de que sí podíamos tener un sindicato, participar activamente y formar parte de la mesa directiva del sindicato, y durante tres años estuvimos preparando a los compañeros todos para crear un sindicato, y hoy contamos con el primer Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar”, dijo.
Marcelina Bautista fue la secretaria general de dicho sindicato y actualmente sigue impulsando la capacitación para las trabajadoras y trabajadores del hogar, además de fortalecer a la organización para generar beneficios para ese sector de la sociedad. Esto ha permitido que hoy en día ya sea una realidad el contar con algunas prestaciones, entre ellas estar afiliadas al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aunque aún falta mucho por hacer.
Marcelina mencionó que por este motivo en los próximos meses regresará a Oaxaca para impulsar la defensa de las comunidades indígenas, a fin de evitar que sigan las vejaciones contra las mujeres, lograr su empoderamiento y consolidar el trabajo del hogar para que sea reconocido legalmente, y evitar que las trabajadoras sean abusadas o explotadas laboralmente.
Expresó que su historia, desde los años ochenta hasta la actualidad, la vio reflejada en la película “Roma”, de Alfonso Cuarón, con la actuación de Yalitza Aparicio interpretando la vida de “Cleo”, un ama de casa de los años setenta; sin embargo, a diferencia de “Cleo”, hoy la realidad es distinta, porque se ha logrado el reconocimiento de algunos derechos, con base en los esfuerzos, la dedicación y empeño para defender los derechos de las trabajadoras del hogar, a pesar de que eso le costó truncar sus estudios.
A la distancia de los años, lamenta no haber tenido la oportunidad de estudiar y ser profesionista, pero le queda la satisfacción de defender los derechos de 2 millones 400 mil trabajadoras y trabajadores del hogar en el país, quienes hoy viven una realidad distinta a la que ella enfrentó en sus inicios.
Marcelina está consciente de que la lucha continúa, y como una guerrera Mixteca seguirá en el camino para lograr una verdadera dignificación de ese trabajo, pero, sobre todo, para evitar que la falta de oportunidades siga truncando los sueños de más mujeres indígenas en Oaxaca y el país.
-Gerardo Cruz
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