02 de noviembre. ¿Miedo a la muerte? El mexicano no sabe eso, pues la muerte es algo que está presente en nuestra vida cotidiana. No por nada el Día de Muertos es uno de los festejos más importantes dentro de las tradiciones mexicanas, y mereció el reconocimiento de la UNESCO, que en el año 2003 lo declaró “Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”.
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El mexicano no solo ha hecho sátira alrededor de la muerte; se ríe de ella pero a través de su culto también se siente cerca de sus seres queridos.
De la muerte nos reímos pero también le cantamos, como lo hacía don Andrés Henestrosa en los versos de La Martiniana: “No me llores, no, porque si lloras yo peno, en cambio si tú me cantas, yo siempre vivo, y nunca muero”.
Ésta es una fecha que suele ser propicia para desempolvar una que otra historia relacionada con el más allá, y que ya forma parte del folklor mexicano, porque también en torno a la muerte se han creado historias que parecieran ser sólo un cuento, pero que muchas personas juran que son ciertas.
Por ejemplo, una leyenda emblemática es la de “La Llorona”, que junto con sus lamentos y gemidos sigue siendo sin duda, la historia de horror, desamor y traición con el que millones de mexicanos crecimos.
No cabe duda que las culturas precolombinas creían en seres fantasmales que se aparecían a las orillas de los ríos. Algunos historiadores consideran que en México “La Llorona” tiene sus raíces en deidades prehispánicas. Entre ellas destaca la “Cihuacóatl”, diosa de los mexicas, mitad mujer y mitad serpiente, quien según la leyenda emerge de las aguas del Lago de Texcoco para llorar a sus hijos –los aztecas- que fueron devastados a “manos de los conquistadores venidos del mar”.
Y es que de acuerdo con la historia, en el México Colonial vivió una linda mujer indígena, la cual se enamoró perdidamente de un hombre español tosco y bruto, con el que tuvo tres bellos hijos. A pesar de todo el amor que ella sentía por él, nunca llegaron a casarse y él solamente se limitaba a visitarla en algunas ocasiones; el español llegó a casarse de manera conveniente con una dama española. Al enterarse de su traición la hermosa mujer indígena se trastornó tanto que privó de la vida a sus inocentes hijos, asfixiándolos en el río. Cuando se dio da cuenta de la locura que había cometido, presa del inmenso dolor se suicidó.
Cuenta la leyenda que desde entonces su alma esta sin descanso, y cada noche deambula cerca de los ríos o en calle solitarias en búsqueda de sus tres hijos muertos sin dejar de llorar por su muerte, gimiendo y gritando de forma horrenda, de tal manera que todo el mundo la escuche.
Muchas personas aseguran que actualmente se sigue apareciendo, incluso en ciertas noches suelen escucharse sus lamentos por haber quitado la vida a sus hijos; algunas personas han llegado a decir que se han sentido atraídos por la hermosa visión de una mujer sola, vestida totalmente de blanco caminando en mitad de la noche.
Al igual que ésta, nuestro país tiene una vasta lista de leyendas y cuentos de terror que son propicios para traer a la mente en este Día de Muertos.
Por ejemplo, el cronista municipal de Huajuapan, Santiago Barragán Zamora, nos habla de esas múltiples historias que son parte de nuestra idiosincrasia, y de las leyendas que se cuentan en los pueblos, y que han hecho estremecer a propios y extraños.
“Tenemos la del rancho de La Junta, hoy agencia municipal de La Junta, en donde resulta que un campesino terminó de labrar muy tarde y se fue hacia su casa. Al pasar por la iglesia vio una procesión, y la última persona que iba era un conocido comerciante de Huajuapan, y le comentó a su esposa: ‘Oye, fíjate que acabo de saludar a don Luis Ortiz Mendiola’; y su esposa le dijo: ‘Oye, pero si don Luis tiene dos años que falleció’; entonces había visto una procesión de muertos ”, dijo.
Aseguró que en este Día de Muertos las leyendas e historias en torno a hechos escalofriantes son propicios para crear este ambiente tétrico; por eso aseguró que en estas fechas se puede sentir la presencia de los seres queridos, por nuestra relación de una vida terrenal con la de los que se han ido.
“En Saucitlán de Morelos, en donde señalan que los fallecidos que ya no tiene familia porque ya no tuvieron descendientes o porque se fueron a Estados Unidos y ya no regresaron, regresan en estos tiempos; estos días de muertos regresan, y que se les debe poner una muda de ropa, porque generalmente vienen desnudos; entonces se pone una muda de ropa antes de llegar a la ofrenda”, expresó.
Sin duda, los altares, que forman parte del ritual a los muertos, se basan en la creencia de la unión entre la vida y la muerte, que nos abre un umbral de posibilidades entre la existencia de esas historias que han quedado como meras leyendas pero que quienes las cuentas se han convertido en más que eso.
Las leyendas relacionadas con el más allá son parte del folclor mexicano. La idea de la muerte está presente en gran parte de nuestra vida cotidiana, en la literatura, en las artes plásticas, en las artesanías, en la danza, y por supuesto, en la música. Baste recordar que una de las canciones más emblemáticas de la música mexicana habla de la belleza de nuestra tierra y del cariño que ella nos inspira, pero sin dejar de lado la idea de la muerte, que es el destino final de todo viaje. “México lindo y querido, ai muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan a ti.
-Denise Luengas
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