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EDITORIAL. El éxodo de los migrantes

SRI-8

02 de noviembre. La caravana de migrantes centroamericanos que desde hace dos semanas ingresó a territorio mexicano y que avanza para llegar a los Estados Unidos ha tenido que enfrentar diversas vicisitudes; pero a pesar de esto y más no desisten de su propósito, están dispuesto a “apostar el pellejo”, como reza la expresión popular.

Su paso por algunos estados de la República Mexicana ha generado diversas opiniones, en su mayoría de respaldo y apoyo; y es que una vez más los mexicanos han dado muestra de solidaridad a nuestros hermanos centroamericanos.

Pero el sentimiento de hermandad hacia las causas ajenas que hoy vivimos tienen dos connotaciones: la primera es la de un pueblo unido y solidario, siempre dispuesto a dar la mano; pero por otro lado la identificación con la causa que anima a estas personas a realizar una larga y penosa caminata hacia el norte del continente; porque no hay que olvidar que su calvario es similar al de nuestros paisanos que han emigrado “al Norte” para buscar lo mismo que hoy buscan los centroamericanos: la esperanza de una vida mejor.

Si, talvez hoy los mexicanos ven en esta migración a los suyos, a miles de hermanos, padres, sobrinos, tíos, entre otros, que también por la misma razón que los centroamericanos han decidió dejar su país para buscar su bienestar y el de los suyos.

Compartimos su sufrimiento, sus carencias, sus enfermedades, sus muertes, porque somos un pueblo que a lo largo de la historia ha tenido que emprender un éxodo a un país que parecía ofrecer una mejor vida.

Nuestros migrantes que tuvieron que enfrentar todo tipo de obstáculo para lograr cruzar la frontera sólo han merecido la indiferencia de los servidores públicos. ¡Qué contradicción hablar de la discriminación hacia los mexicanos por parte del gobierno y algunos ciudadanos de los Estados Unidos, cuando nuestros migrantes han padecido discriminación, en cualquiera de sus manifestaciones, por parte de nuestro propio gobierno!

"Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. A más de un siglo de que Porfirio Díaz acuñó esta frase, sigue siendo una lamentable realidad.

Hoy en los centroamericanos vemos reflejados los sueños, las frustraciones, las desigualdades, las muertes, el hartazgo, los robos, el cansancio y el miedo que conocen muy bien muchos de nuestros paisanos que se han atrevido a cruzar esa frontera que está llena de obstáculos, pero a la vez de sueños y esperanzas, muchas veces fallidas.

El éxodo que han emprendido desde hace muchas décadas miles de mexicanos, y hoy los centroamericanos tiene su origen en la incapacidad de los gobiernos para atender las necesidades más elementales para sus pueblo, principalmente la de proporcionar empleo y una vida más digna.

Este fenómeno que viven los migrantes es reflejo de una crisis que hoy vive la humanidad.

Pero no podemos dejar de lado la actitud del presidente de los Estados Unidos, quien ha visto en esta caravana de migrantes la oportunidad de capitalizar un falso nacionalismo ante la supuesta amenaza que para los ciudadanos de ese país representan los migrantes centroamericanos, a quienes ha calificado de indeseables, e incluso de delincuentes.

No podemos dejar de mencionar las presiones contra los gobiernos de los países por los que ha cruzado la caravana, incluyendo el nuestro, y la amenaza de enviar miles de soldados a la frontera para impedir que los migrantes ingresen a su país. Lo peor del caso es que esta actitud, este discurso de odio y estas amenazas tienen mucho que ver con las elecciones que en breve se realizarán en la Unión Americana.

Tampoco podemos dejar de mencionar que en el otro extremo, en la posición ideológica opuesta, hay y seguirá habiendo muchos que capitalizan esta crisis humanitaria para su causa política. Pareciera que para unos y otros, lo que menos importa en verdad son los miles de centroamericanos que realizan esta penosa y accidentada caminata hacia el paraíso de los dólares… aunque muchos de ellos fracasarán en el intento.

Esta crisis migratoria, que se ha convertido en una verdadera crisis humanitaria, no es la primera, ni es exclusiva de nuestro continente, ya que en el año 2015 se vivió una situación similar en Europa, cuando decenas de miles de ciudadanos provenientes de países de Asia y África ingresaron ilegalmente a países de la Unión Europea en un éxodo masivo.

Ésta debe ser una llamada de atención para los gobiernos: ni leyes antimigrantes, ni muros en las fronteras detendrán el flujo migratorio mientras en los países de origen no mejoren en verdad las condiciones de vida.

Mientras los migrantes no encuentren en su tierra oportunidades de empleo y la posibilidad de una vida mejor, seguirán volviendo la mirada hacia los Estados Unidos y tratando de cruzar la frontera, aunque les vaya la vida en el intento.

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