19 de octubre. La actividad física o el simple hecho de caminar por la casa o en la calle, genera un desgaste en los zapatos, lo que coloca al propietario de los mismos ante la disyuntiva de comprar un par nuevo o mandarlos a reparar con un zapatero.
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Esta última opción, además de ser la más económica, fortalece la economía de los talleres de reparación de calzado, que son toda una tradición en Huajuapan.
Y es que para un zapatero nada es imposible, ya que si algo está mal en un par de zapatos, él encuentra la manera de repararlo. Así lo asegura Juan Vázquez Bazán, quien a sus escasos 20 años de edad ya cuenta con nueve años de experiencia en el oficio.
No importa la marca o el diseño; Juan asegura que si un zapato tiene algún desperfecto, él tiene los conocimientos y la habilidad necesaria para restaurarlos y dejarlos como nuevos, como por arte de magia.
Juan Vázquez refiere que el oficio de zapatero lo aprendió de un vecino cuando apenas tenía once años de edad; y ese oficio le ha permitido hasta la fecha contar con un ingreso para llevar el sustento diario para su familia, pero también contribuir a la economía de las personas que confían en su trabajo y que ponen en sus manos el cuidado y la protección de sus pies.
“Sí se puede, todo se puede. Ahora sí que le encontramos la solución a lo que sea; por ejemplo los Converse ahora hoy en día tienen dos tipos de suela, se despegan a los lados y se despegan de abajo; pues lo que hacemos es coserlos de ambos lados, una que es por arriba y otra que es por abajo, porque se despega suela con suela, pero pues sí, tiene solución todo; se les cambia la suela cuando ya se les gasta; si se les hace un hoyo, pues se les pone suela nueva”, dijo.
Cornelio López Hernández, otro zapatero de esta ciudad, relata que cuenta con 40 años en este oficio, el cual aprendió de uno de sus tíos, y durante esas cuatro décadas ha tenido la oportunidad de obtener ingresos económicos para solventar las necesidades de su familia.
Refiere que a su taller, ubicado en la calle Nuyoó, acuden las personas a dejar sus zapatos, botas o botines para su reparación; en correspondencia, él pone todo su empeño en hacer un buen trabajo y dejar satisfechos a sus clientes.
“Todo tipo de calzado, de zapatos, botas, zapatos de vestir, escolares, todo tipo de calzado, cambios de suela; trabajamos lo que son chamarras de piel, artesanías de piel, vaqueta; trabajamos todo lo que es piel, nada de imitación”, expresó.
López Hernández mencionó que a pesar de su edad él tiene la capacidad para continuar ejerciendo su oficio, el cual es uno de los más nobles e importantes para la sociedad, ya que el zapatero tiene en sus manos, en la reparación de cada par de zapatos, la responsabilidad de hacer un buen trabajo, porque éstos cargan todo el peso de una persona.
Aseguró que el oficio del zapatero se ha heredado herencia de generación en generación.
“Nos gusta este oficio; yo lo aprendí de chavo, mi tío también de chavo, entonces esto ya viene de familia”, dijo.
Por tal motivo, ser zapatero le ha dado la oportunidad de conocer a distintas personas, pero lo más importante, tener un oficio digno para llevar dinero a su familia.
Así es que si un zapato hay que reparar, a un zapatero hay que visitar.
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