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EDITORIAL. Los perdedores de la jornada electoral

SRI-8

09 de junio. Las elecciones realizadas este domingo en cuatro entidades del país dejaron al descubierto las debilidades de nuestro sistema electoral, pero también las de los partidos políticos.

Los comicios efectuados en Nayarit, Colima y Veracruz, pero de manera especial los del Estado de México fueron vistos por muchos observadores políticos como el preámbulo de las elecciones de 2018.

Por este motivo, el eterno aspirante a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, “echó toda la carne al asador” y prácticamente se adueñó de la campaña por la Gubernatura de la entidad mexiquense, al considerar que el triunfo de la candidata de MORENA, Delfina Gómez Álvarez, lo colocaría en una posición inmejorable para catapultarse hacia Los Pinos en los comicios del año próximo.

Pero no fue el único, pues el Partido Revolucionario Institucional hizo de la elección del Estado de México no sólo una cuestión de honor, sino también de sobrevivencia, consciente de que una eventual derrota en esa entidad prácticamente lo dejaría fuera de la contienda de 2018.

Sin pretender negar la importancia de los comicios efectuados en el resto de las entidades, es indudable que la joya de la corona era el Estado de México.

A casi una semana de la jornada electoral del 4 de junio, los resultados dados a conocer hasta hoy arrojan varios perdedores: el primero de ellos es el gobernante Partido Revolucionario Institucional, pues si bien logró conservar dos de las tres gubernaturas en juego, entre ellas la de la entidad más poblada del país, sus triunfos fueron agónicos y muy cuestionados, lo que hace prever que serán llevados a los tribunales electorales.

Otro perdedor fue el PAN, pues aunque obtuvo el triunfo en Nayarit y en la mayoría de los municipios de Veracruz, fue derrotado por un margen mínimo en Coahuila, después de que el conteo rápido le daba la ventaja, también por escaso margen, y de que el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) se detuvo cuando apenas se había capturado poco más del 70 por ciento de los resultados de las casillas.

Esta situación llevó al blanquiazul a retirarse de los conteos, y a anunciar que impugnará la elección, junto con el resto de los partidos de oposición, al considerar que fue víctima de un fraude de grandes dimensiones.

Pero la mayor derrota del PAN no fue la de Coahuila, sino la del Estado de México, donde no sólo quedó muy lejos del PRI y de MORENA, sino que cayó al cuarto lugar, siendo superado incluso por el candidato del PRD.

MORENA también perdió, porque no pudo obtener el triunfo en el Estado de México, a pesar de que estuvo muy cerca de lograrlo. No es asunto menor que haya quedado a sólo tres puntos de distancia del candidato del PRI, Alfredo del Mazo, pero el no haber logrado la tantas veces anunciada victoria representa sin duda un descalabro en las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador para la jornada del año próximo.

También en esa entidad MORENA ha anunciado que acudirá a los tribunales electorales, pero no para demandar la nulidad total de las elecciones, como lo hará el PAN en Coahuila, sino para pedir que se anulen sólo cinco distritos, para que los números cuadren y su candidata Delfina Gómez pueda alzarse con la victoria.

Las acusaciones de fraude electoral por parte de López Obrador estaban anunciadas desde antes de la jornada electoral. Al igual que en 2006 y el 2012, Andrés Manuel no sólo se dijo víctima de un fraude, sino que se declaró ganador, aunque como ocurrió en esas dos ocasiones, no da a conocer los resultados totales de las actas de escrutinio que avalen su dicho.

El otro perdedor fue el sistema electoral mexicano, que nuevamente ha perdido credibilidad ante la ciudadanía por el desaseo con que los organismos locales manejaron el proceso del conteo de votos, principalmente en el Estado de México y en Coahuila.

Las elecciones del domingo pasado son, o deben ser también, una lección para los partidos contendientes, para los gobiernos y para los organismos electorales; una lección que debe ser aprendida para evitar que la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático se siga deteriorando en nuestro país.

Ponen también sobre la mesa de la discusión un tema que durante mucho tiempo se ha eludido: el de la posibilidad de implementar la segunda vuelta electoral, como una posible salida a las cada vez más cerradas contiendas electorales.

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