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EDITORIAL. La paja en el ojo ajeno…

SRI-8

24 de febrero. Una publicación realizada esta semana a través de las redes sociales no sólo creo el pánico de la sociedad, sino sorprendió y prendió la alerta de varios sectores de la población, dejando al descubierto la vulnerabilidad en que se encuentran los jóvenes, la falta de reacción ante situaciones de este tipo y la carencia de recursos para abordar los modernos problemas que aquejan a los estudiantes.

La amenaza de un supuesto atentado contra la Preparatoria número 3 de la UABJO, realizada a través de Facebook por un usuario identificado como “Cristian Gonzales” (sic), nos lleva a recordar el caso lamentable del tiroteo en el interior del Colegio Americano del Noreste, en la colonia Paseo Residencial de Monterrey, Nuevo León, donde un estudiante de 15 años de edad, identificado como Federico “N”, quien recibía tratamiento psicológico por causa de su depresión, ingresó al plantel con un arma de fuego calibre 22 y disparó contra la profesora y sus compañeros, causando la muerte a varios de estos últimos. 

Este caso motivó que no sólo en Nuevo León, sino en otras entidades de la República se reactivara el operativo “Mochila Segura”. Huajuapan no fue la excepción, pues las autoridades locales implementaron un operativo de prevención al que denominaron “Escuela Segura”.

Aunque hasta el momento todo parece indicar que la amenaza de “Cristian Gonzáles” (sic) se trató de una broma de mal gusto o en todo caso de un recurso para llamar la atención de la familia o de la sociedad, la incertidumbre y el temor persisten entre muchos alumnos y padres de familia, no sólo de ésa sino de otras institución educativas de la ciudad.

Ante estos hechos, los directivos de la Preparatoria número 3 dieron aviso a las autoridades municipales, estatales y federales, anunciaron el reforzamiento de las medidas de seguridad en la institución y convocaron a una reunión de padres de familia. En dicha reunión se puso el dedo en la llaga: hechos como éste y otros similares tienen su origen en la pérdida de los valores en la sociedad y, sobre todo, entre los jóvenes.

Otros factores son la globalización que ya nos ha Alcanzado, la desatención de padres de familia, la desintegración de las familias, el bulling y el hecho de que la problemática que hoy enfrentan los niños y jóvenes parece haber rebasado a las autoridades municipales y educativas en diversos aspectos.

Esté hecho hace volver la vista nuevamente hacia el papel que las redes sociales juegan actualmente en la sociedad y la influencia que ejercen sobre los niños y jóvenes. Es indudable que las redes posibilitan el ejercicio de la crítica y favorecen la cultura de la denuncia en relación con posibles actos de corrupción y abusos de las autoridades de todos los niveles. Pero también se convierten en un arma de doble filo al ser utilizadas como arma para calumniar de manera impune, escudándose en el anonimato, para generar temor e inestabilidad en la sociedad, e incluso para manipular la mente de los niños y jóvenes, que son los más vulnerables en este aspecto, induciéndolos incluso a cometer actos delictivos, como en el caso del colegio de Monterrey.

Sin duda alguna los padres de familia tienen una gran responsabilidad en el tema de los valores, pues son los primeros responsables de formar seres humanos íntegros y ciudadanos útiles a la sociedad; pero los maestros tienen también la gran responsabilidad de fortalecer los valores que se inculcan en el hogar, complementando la tarea de los padres de familia.

En el tema de los valores, como en muchos otros, se debe tener presente que no hay mejor enseñanza que el ejemplo de vida. De nada sirve tratar de inculcar los valores en los jóvenes mediante lecciones brillantes, sermones emotivos o discursos brillantes si éstos no son congruentes con las acciones de quienes provienen. No se puede tratar de inculcar el respeto y el rechazo a la violencia cuando en el seno de la familia prevalecen las relaciones violentas y la falta de respeto.

Pero tampoco se puede tratar de inculcar en los jóvenes la cultura de la legalidad cuando la actuación de algunos de quienes pretenden transmitir estos valores se basa precisamente en el quebrantamiento de las leyes.

Es necesario revisar las propias actitudes para ver si somos congruentes, si nuestras palabras están respaldadas por el ejemplo o si, por el contrario, decimos una cosa y hacemos lo contrario.

No se puede hablar de valores a los jóvenes y pretender que éstos los asuman como propios cuando en el seno de una institución respetable como la UABJO, en la que existen muchos buenos educadores en toda la extensión de la palabra, aún existen actores que no tienen escrúpulos en utilizar a grupos de choque para obtener el control política de escuelas y facultades, llegando incluso a la destrucción del patrimonio cultural de Oaxaca y de la propia universidad, como ocurrió hace algunos meses en la Facultad de Derecho cuyo edificio fue incendiado por grupos de “porros”.

La presunta amenaza contra la Preparatoria número 3 debe motivar a un reflexión sería y profunda sobre nuestro actuar como sociedad, como padres de familia y como educadores. Hay que fortalecer los valores, sí, pero más que con frases bonitas, con el ejemplo que arrastra. De lo contrario seguiremos viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

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