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EDITORIAL. "Pa qué te digo que no, si sí"

SRI-8

04 de noviembre. En marzo de 2002 el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, declaró a los medios de comunicación nacionales: "En eso del 2006, que me den por muerto". Con esta declaración, se descartó de manera tajante para buscar la candidatura del PRD a la Presidencia de la República.

Un año después, ante la insistencia de los medios, volvió a decir: "Denme por muerto… Estoy dedicado a gobernar de tiempo completo, en cuerpo y alma, a la ciudad de México".

Y como San Pedro, que negó tres veces a Cristo, en el año 2004 López Obrador volvió a declarar: "No estoy obsesionado con ser candidato a la Presidencia".

Lo que pasó después es de sobra conocido: el muerto resucitó y se convirtió en candidato, no sólo en 2006 sino también en 2012, y ya anunció que volverá a buscar la candidatura en 2018. Sus promesas se fueron al bote de la basura.

Tal parece que decir una cosa y hacer exactamente lo contrario se ha convertido en una práctica común entre los personajes de la política mexicana. El valor de la palabra se ha perdido por completo, y quienes buscan algún cargo público o partidista no tienen empacho en decir una cosa hoy y otra mañana, o lo que es lo mismo, en mentir a los ciudadanos para lograr sus objetivos personales. Por las promesas incumplidas y el doble discurso, cada vez más ciudadanos dejan de creer en la política y en los políticos.

Pero el eterno aspirante a la Presidencia de la República no tiene el monopolio de las promesas "chimoltrufiescas" y de las mentiras a los ciudadanos. En Huajuapan hay políticos que "no cantan mal las rancheras", pues se especializan en el arte de mentir una y otra vez para seguir escalando. Uno de ellos es el presidente municipal de Huajuapan, Luis de Guadalupe Martínez Ramírez, quien el pasado lunes solicitó licencia para separarse temporalmente de ese cargo y contender como candidato a presidente del Comité Directivo Estatal del PAN.

Con esto no sólo confirmó su vocación de "chapulín" de la política, pues desde hace 20 años se ha caracterizado por brincar de un cargo a otro, sino también su habilidad para mentir.

Apenas el 23 de febrero de este año Luis de Guadalupe Martínez declaró a este medio que no buscaría ningún cargo de elección popular en el proceso de este año, y que cumpliría con el cargo de presidente municipal hasta el último día de su mandato, es decir, hasta el 31 de diciembre. Y emulando a Andrés Manuel López Obrador, aseguró que sólo dejaría de cumplir su mandato hasta el final si muriera antes.

Pero no fue ésta la primera vez que el ahora presidente con licencia faltó a su palabra y mintió a los ciudadanos en este tema: en abril de 2010, cuando buscaba la candidatura del PAN a la diputación local, anunció su retiro de la política. En esa ocasión dijo textualmente que "sea o no candidato, sea o no diputado", ésa sería la última vez que él y su hermano Procopio incursionarían en la política.

La historia es de sobra conocida: no sólo no cumplió su promesa de "cortarse la coleta" como los toreros, porque brincó de la diputación local a la Presidencia Municipal de Huajuapan, sino que ahora deja el Gobierno Municipal al garete en el peor momento, es decir, a sólo unas semanas de que tenga que entregar el bastón de mando al ayuntamiento priista que encabezará Martín Aguirre Ramírez. Por si fuera poco, en una declaración realizada a través de una estación de radio ilegal advirtió que gobernaría Huajuapan durante 20 años.

Por supuesto que Luis de Guadalupe tiene todo el derecho de aspirar a dirigir a su partido en el estado de Oaxaca, eso nadie se lo discute; pero lo que es cuestionable desde cualquier punto de vista es que deje a Huajuapan "patas pa’ arriba" y que se desdiga de su promesa de “la última y nos vamos”. No se cuestionan sus aspiraciones sino sus acciones.

Luis de Guadalupe ofreció transformar, embellecer y ordenar Huajuapan, pero la realidad es que su gobierno dejó mucho que desear, pues se dedicó solamente a hacer obras de relumbrón, y a hacerlas mal.

Por supuesto que serán los militantes del PAN quienes tendrán que decidir si desean que el próximo dirigente de su partido en el estado de Oaxaca sea alguien que ha demostrado de sobra que no sabe cumplir sus promesas y no honra su palabra.

Serán los panistas quienes decidirán si desean que su dirigente estatal sea alguien que ha declarado sin rubor alguno que cuando fue diputado local por primera ocasión asesoraba al entonces gobernador priista José Murat, padre del actual gobernador electo, e incluso decía a los diputados del PRI qué tenían que decir en la tribuna.

Hoy no suena lógico que Martínez Ramírez, quiera transformar a su partido cuando no fue capaz de transformar Huajuapan; que exija "piso parejo" cuando nunca ha jugado limpio; que pida cuentas claras en el PAN cuando su administración se caracterizó por la opacidad y la simulación. No resulta lógico que enarbole la bandera de la unidad de su partido cuando lo que sembró en Huajuapan fue la división y el encono. Aunque, viéndolo bien, sí logró unificar a los huajuapeños… pero en contra de sus ocurrencias, de sus obras caras y mal hechas, y de sus decisiones.

Hasta hace algunos años los políticos que acostumbran mentir y romper sus promesas apostaban a la desmemoria de los ciudadanos. A eso le apostó Luis de Guadalupe cuando hace seis años prometió retirarse de la política; a eso le apostó hace nueve meses cuando juró que cumpliría con su mandato como presidente municipal hasta el último día.

Con lo que no contaba, y tampoco contaban los políticos que acostumbran decir una cosa hoy y otra cosa mañana, es con la memoria y los archivos de los medios. Hoy no les queda el recurso de decir que no dijeron lo que dijeron o que los medios inventaron sus declaraciones, porque su propia voz los delata, como pasó en esta ocasión a Luis de Guadalupe Martínez.

¡Tan fácil que hubiera sido eludir el tema y recurrir a las frases que otros políticos han utilizado para no decir que sí, pero tampoco que no! O de plano, tomar el toro por los cuernos y contestar como el personaje de televisión: "Pa’ qué te digo que no, si sí".

Pero no, parece que para algunos políticos sigue siendo más fácil mentir a los ciudadanos… aunque cada vez sean menos los que se dejen endulzar los oídos con el canto de las sirenas.

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